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Año 15, entre la recuperación y la indignación

Conferencia del periodista Enric Juliana

Transcripción de la conferencia pronunciada en el acto solemne de la entrega de los Premios Anuales de la SEBAP celebrado en el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona, por el periodista de La Vanguardia Enric Juliana:

Intentaré hacer una carta aproximación a este tema. Hace días que le doy vueltas, sobre todo porque este lugar a mí me causa impresión y yo hice, durante 10 años, información local de Barcelona cuando el señor Miquel Roca era concejal, portavoz y presidente del grupo municipal, en ese momento, de Convergencia y Unió. Me había iniciado antes. Viví el periodo de preparación de los Juegos Olímpicos; por tanto, esta casa me resulta familiar y esta sala también, pero siempre me ha hecho mucha impresión. Posiblemente porque yo soy de Badalona, soy hijo de la periferia de Barcelona, y para que mis recuerdos de cuando yo era pequeño en relación con la ciudad de Barcelona son recuerdos los primeros de los cuales están marcados, muy determinados por la impresión. O sea que quería contar una pequeña anécdota que pienso que viene a tono con algunas de las cosas que querría decir después.

Mi padre, durante unos años, cuando yo tenía 8 o 9 años, tomó la buena costumbre algunos domingos por la mañana de salir y llevarme a pasear por el centro de Barcelona, para que conociera un poco la ciudad. Cogíamos el tren en Badalona, en la estación, llegamos a la estación de Francia, después cogíamos un autobús y cada domingo él elegía un itinerario diferente. Un domingo estábamos en la calle Balmes esperando el autobús para volver a casa; vino el autobús, vino un momento de información determinación, yo subí al autobús y en ese momento en que yo acababa de subir al autobús se cerraron las puertas y mi padre se quedó en tierra. Yo tenía 8 años. Se pueden imaginar la sensación de desarticulación total de mi perspectiva en ese momento; fue absoluta. Los autobuses llevaban en aquella época el cobrador detrás, que me dijo: «Tú, a la próxima parada, bajas». Mi padre, con buenos reflejos, llamó un taxi y dijo: «¡Sea el autobús!». Entonces, al cabo de unos minutos nos reencontramos. Fueron esos minutos ... los recordaré toda mi vida.

[Para leer íntegramente la conferencia, descargue el archivo PDF / en catalán]

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